lunes, 13 de junio de 2016

Que te busco y ya no te encuentro.

El mundo se ve demasiado gris desde que no estás aquí, o tal vez sea yo, que perdí el sentido de los colores después de tu marcha. Veo la rutina pasar como si de una película en blanco y negro se tratara, combinando la gama de grises entre las alegrías y las hermanas de mis penas.

Todas las mañanas el brillo de mis ojos se entristece un poco más al contemplar como los sueños, donde me entrelazo con la calidez de tu sonrisa, huyen por la ventana y vuelan. "Ojalá que vuelen para estar a su lado", me repite siempre la vana esperanza inquieta, anhelando que, aunque sea sin querer, mi rostro se cruce en tu vaga memoria. En el fondo, mi pecho sabe que no es así, que mi nombre pasó por tu vida como pasa el agua fría en las duchas de invierno, rápida y fugaz. Mis caricias fueron plumas que pasaron rozando ligeramente tu tez. Mis labios, un atardecer más de los muchos que se asoman siempre en verano. Mi cariño fue solo un ingrediente que al final echaste de más para realizar la receta de tu día a día. Pero juro que mis plumas te acariciaron de la forma más dulce que sabían y este atardecer veraniego te adoró con todas sus fuerzas, que a esta agua le encantaba perderse en las notas del título de tu mirada y mi ingrediente siempre te visitaba con su plena alegría.

Fui un fantasma que te dio todo lo que tenía para mimar el balcón de tus dientes y fui ese intento patético de darle luz a la oscuridad de tus pesares. Ni siquiera tuve tiempo de grafitearte a besos todos estos sentimientos que parece quedarte grandes. Ni siquiera tuve espacio para llenar el cajón de tus minutos vacíos de estas emociones que parece quedarte extensas.

No sé en qué punto del camino se quedó la ilusión que inundaba mis días, no sé en qué instante abandoné la vía que recorría cada poco para sonreír, ni sé en qué momento las lágrimas de mi bolígrafo dejaron de importarte. Por saber, sólo sé que perdieron todo su sentido desde que saliste por la puerta de mi vida el escribirte y quererte, el versarte y amarte. Te convertiste, desde ese día, en la magia de crear un imposible en arte.

Y si debo confesar algo, admito al viento que estoy perdida, que ando por las calles con el único rumbo para llegar al lugar prohibido en mi mente, tus brazos,que me paro en todas las esquinas al recibir el flash del relieve de tu cara, que las cuestas son más cuestas cuando me acompaña tu recuerdo y las subidas son más pesadas desde que me persigue tu indiferencia, que no te encuentro y te busco, que te busco y ya no te encuentro.

2 comentarios:

  1. Sin duda, un texto muy sentido. Me han gustado mucho las ideas de "las lágrimas del bolígrafo", "mis caricias fueron plumas que pasaron rozando ligeramente tu tez". Se refleja muy bien, intuyo porque debe ser muy cercano al escritor, ese desamor que es casi infinito y que deriva en unos sentimientos tan fuertes propios de las primeras veces o de los que dejan mucha huella.

    Un gusto leerte, saludos!

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    1. Muchísimas gracias por esta crítica positiva, me alegra en gran medida saber que te ha gustado. Todos tenemos ese amor que nos ha marcado el alma y esos amores tan intensos siempre merecen un hueco entre letras que necesitan de los sentimientos para recobrar un sentido real. Mil y una gracias de todo corazón, un besazo!

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