viernes, 26 de agosto de 2016

El hechizo.

A veces tan negra,
a veces tan clara y blanca,

deja de indefinir tu magia,
y de tirarme al pozo
para rescatarme a besos
y volverme a tirar.

Para tu vicio oscuro
y pon a un lado todos tus trucos,
que esta noche se enciende la tenue bombilla
que acompaña a los farolillos,
esos que noche tras noche
adornan el apagado cielo.
Esos, que bailaban con nosotros
cuando cerrábamos los ojos
y girábamos con amor lento.

Te quise tan fuerte
que te volviste etéreo,
y ahora permaneces oculto
entre tantos recuerdos
que vienen y van
siguiendo el ritmo del mar.
Días tan quietos,
días tan revueltos y turbios.

Me rodeabas los hombros
y me llenabas el corazón.
Cuéntame,
¿qué pócima usaste?
Que cuando no es tu voz,
es tu rostro,
o sino tu cuerpo,
o tu nombre
el que se proyecta en mi mente,
así, de repente,
sin vaselina, y sin avisar.
Porque me duele,
me escuece,
me araña quedarnos en el casi.
Cuatro letras que son tormento de mi alma,
pesadilla de mi ser.


 Rompe las cadenas de este sortilegio,
deshaz el hechizo
que me lanzaron tus ojos,
la primera vez que te vi.

Quiero ser libre,
no ser adicta a ti,
a esta pasión que me rompe
a esta locura que se apodera de mí.

Déjame ser yo,
déjame ser aire,
déjame ser sueño,
déjame ser libre.

lunes, 22 de agosto de 2016

Carta al amor de mi presente.

Tengo un secreto que confesarte y no sé cómo empezar. Tal vez, podría comenzar diciéndote que mi reloj siempre se alegra cuando te ve, y por eso, las horas se van tan rápido. Que aunque haya intentado disimularlo con todas mis fuerzas, mis ganas de verte siempre son más grandes que todos los mundos juntos y ya no sé por qué recuerdo tanto tu nombre por todas partes.

O quizás, podría iniciar todo esto declarándote que nunca, ninguna sonrisa había robado el control de mis sentimientos hasta que conocí la tuya. Nunca, ninguna mirada había logrado hacerme soñar tanto hasta que me topé con la tuya. Nunca, ningunos labios me habían tentado tanto hasta que vi los tuyos. Nunca, nadie, me había hecho sentir tan bien sólo con su presencia hasta que te asomaste por casualidad en mi vida y ojalá quieras quedarte, ojalá te quedes.

No soy una persona fanática del "para siempre", no me gusta conjugar los verbos en futuro lejano, no me gusta soñar con cosas distantes, pero por querer, me gustaría tenerte por aquí mañana, y pasado mañana, y pasado el pasado mañana, y todos los días en los que quieras quererme. Da igual si la ventana tiene frío o calor, si la lluvia canta o no, si del cielo cuelgan la luna o el sol, yo sé de antemano que el calor de tus abrazos es a prueba de todo, y por eso, quiero tenerlos todos los días junto con tus caricias, esas que tienen el poder de erizarme la piel sólo con pensarlas. Quiero que recorras mis curvas con todas las marchas existentes, en segunda, en tercera, en cuarta, en quinta, y que desafíes a todas las leyes para volver a comenzar por la primera desde el final hasta el principio, desde el principio hasta el final, y repitas ese camino miles de veces sin cansarte nunca.

Pero que quede claro, no soy de jurar eternidades, ni de prometer infinitos y me cuesta bajar los muros en esta sociedad que innumerables veces me ha bombardeado, pero quiero que me encuentres a tu lado justo en el momento en el que sientas que la soledad visita tu vida, ser ese apoyo que siempre tengas a tu lado para llegar a tus metas y el aire que te alienta cuando sientas que ya no puedes más. Quiero ser la mejor de tus victorias y que se te colme el orgullo al verme a tu lado. Quiero ser el diario en el te expresas siempre libremente, sin miedos ni tapujos, ser tu refugio.

Sé que todo esto te sonará raro, yo, que siempre te molesto una y otra vez hasta sacarte la sonrisa, que te pico en cada ida y vuelta. Yo, que te declaro la guerra cuando, en realidad, lo único que quiero es declararte el amor en cada esquina de mi cama. Yo, que te reniego cuando, en realidad, estoy frita por reclamarte unos besos. Yo, que me muestro dura cuando sólo quiero bajar mis defensas y darte dulzura.

Y como buen contrario, estás tú, que me has aguantado en mis peores rabietas y sigues queriendo verme.Tú, que me has visto llorar y no has salido corriendo, que escuchas mis secretos con admirable paciencia y me tiendes la mano hasta cuando no la pido. Tú, que siempre has demostrado merecerlo todo. Déjame dártelo, más y mejor. Porque a tu lado puedo ser yo misma y porque no hay nada más glorioso que estar contigo en pleno apogeo de tu sinceridad, cuando muestras tus inseguridades, tus dudas, tus sueños, tus ideas... Y qué daría yo por sostenerte las manos cada vez que te muestras,  y qué haría yo por arrastrarte a vivir mil cosas, mil sitios, mil momentos, gritar que somos jóvenes mientras perseguimos el atardecer y abrazarnos a la locura para luego caer juntos en la tranquilidad.

Creo que ya queda muy claro mi secreto, ese secreto que me cuesta decirte porque no encuentro nunca el valor suficiente para, siquiera, susurrarlo. Ese que ya no es sólo mío, que ya es tuyo, que ya es nuestro. Así que puede que cuando lo sepas quieras irte, te dé miedo, te decepcione o prefieras darle la espalda. Sólo espero que pase lo que pase, nunca te olvides, que mantengas en tu memoria que te quiero, te quiero sin saber exactamente desde cuándo y desde dónde, te quiero porque es imposible no quererte. Te quiero.


miércoles, 10 de agosto de 2016

En el mismo punto.

Es curioso ver
como intentamos cambiar el rumbo,
perdernos  de vista mutuamente en el mapa,
la manera en la que intentamos esquivarnos,
este, oeste,
bajas, subo,
oeste, este
subes, bajo,
y aún así,
siempre acabamos en el mismo punto,
queriéndonos.

lunes, 1 de agosto de 2016

Tócame

Mi mirada te susurraba: "tócame".
El ritmo melodioso de tus acompasadas manos,
deslizándose lentamente por la curva de mis deseos.

Mis labios te insinuaban: "tócame",
y bajaste con compás lento
midiendo cada milímetro
la gran longitud de mis sueños.

Mis yemas te imploraban: "tócame",
y suavemente ascendiste
hasta llegar a la columna de mis recuerdos,
deteniéndose un poco más en el vértice inicial de mi existencia.
Escalaste,
firme,
hasta llegar a la cima de mis inseguridades,
y no, no te detuviste,
hasta conocer ese recoveco
donde se alojan más palabras silenciadas que pronunciadas.

Entonces, tu mano extendiste
y alcanzaste el epicentro de mi ser,
mis anhelos se durmieron,
mis penas fueron a dar un largo paseo,
mi alegría vistió de gala,
mi amor se desnudó ante ti.

Mi cuerpo entero te llamaba.
te suplicaba,
te aclamaba:
"Tócame,
tócame siempre,
tócame siempre el alma."