jueves, 29 de marzo de 2018

Tu herida.

Le doy vueltas a las palabras, las cambio, las invierto, las mareo, las desordeno y sigo sin conseguir dar alguna vuelta que no me acabe llevando a ti.

Parece patético el intento desenfrenado de ocultar que te pienso, que a cada tanto siento que te echo de menos y que ojalá estuvieras aquí, a mi lado. No quiero escribir sobre ti, pero...Si te estoy sangrando y hablar de mí,  aun sin querer de todo corazón, implica hablar de ti, de un casi nosotros. Al principio yo ni quería darte importancia y ahora... Ya nada que no seas tú me termina de llenar. Quizás debería decidirme por colgar mi orgullo y escribir con el corazón abierto de par en par para que todo salga, como si me hubiera inundado por dentro y ahora necesitara vaciarme, para que la tinta sea cada gota que derrame de ti y cada palabra sea un plasmo de todo lo que me pesa. Aunque en realidad no son palabras, son lamentos escritos de todo aquello que ya no podrá ser.

Lo malo de llevar a alguien dentro, muy adentro, es que después ya no sabes qué hacer con este hueco que deja, no sabes dónde meterte en noches de nostalgia, ni dónde meter este dolor que a veces se arrastra clavándose todo a su paso. Al dolor le duele tu indiferencia, tú, que me llegaste a importar tanto... Miro hacia todos lados y no, seamos menos idealistas, no te veo pero te pienso sin razones ni argumentos sólidos. Ojalá no tengas nunca ganas de contarle cosas que te pasan o que son importantes para ti a quien no le importas y, si te pasa, ojalá no te escueza tanto como a mí. Tú, que me vistes desnuda de apariencias y superficie me puedes llamar nadie porque así es como se sienten las personas a las que nunca miras por mucho que las veas, a quienes preferiste dar la espalda cuando necesitaban tu mano.

Qué básicos somos, pensamos en el dolor como algo físico, dolor de cabeza, dolor de garganta, dolor de barriga... Y no pensamos en el dolor más doliente, más desesperante, el que no se puede comprender ni explicar, el que es tan etéreo como lo son ahora tus dedos acariciando mi piel. Aunque quizás no necesite tus caricias en sí, sino cómo me hace sentir el rastro momentáneo que dejan. Ese infravalor de una lágrima que lleva tu nombre. Todo aquello que se siente pero no se ve.

Llegaste para colonizarme, cual intelectual curioso por descubrir pero resultaste ser un bárbaro que toca y destruye y ahora al pensarte a ti, que te siento aunque ya no te vea, solo escucho" barbar barbar". Ronroneo molesto que me agobia, que me desespera por huir, por correr lejos, tan lejos que ya no necesite taparme los oídos para ya no oír. Pero...¿Cómo huir de algo que siempre va contigo, que está en ti? Me puedes llamar asesina. Asesina de algo que para mí vale tanto y para ti no ha valido nada. Porque estos recuerdos de dos dependen solo de uno y los voy a ir olvidando lentamente, dejando que se mueran ahogados en la orilla de los casi y ya no pienso mirar hacia atrás.

Bueno, a lo que iba, lo malo de sangrarte es que no necesito llorar constantemente para sentir que te deslizas por fuera del fondo de mi pecho, como si me estuviera vaciando por dentro aunque en realidad me estoy vaciando de ti. Este es un derrame lento, suave, espeso, espeso porque tus recuerdos pesan, pesan más de lo que merecen. Y yo voy a abrir la herida, a echarle agua salada, a gritarle al silencio, a llorar, a recordar que no me recuerdas, a pensar que ni me piensas aunque sea por casualidad, a darle especial importancia a que para ti no hay nada especial en mí. Voy a dejar que me duela el dolor más de lo que ya duele, que me pique, me retuerza, me desespere, me cure. Porque...Si tu despedida fue la herida, su sutura, será mi salvación.

martes, 6 de marzo de 2018

¿y tú?

A ti, que vas por la vida como si las cosas te importaran poco, como si nada fluyera porque todo influye y el todo engloba siempre mentiras. A ti, que actúas como si todo fuera divertido, como si la vida fuera una fiesta infinita y fueras quien disfruta la borrachera de placer sin pausa.

A ti, que vives como si nada te doliera, como si todo lo bueno lo atrajeras y como si preocuparte ya no ocupara lugar, porque no vas perder tu tiempo sintiendo, derrochando tus manecillas con otra cosa que no seas tú.

A ti, que saltas de fiesta en fiesta y bebes porque te toca, que los años te han machado muy pronto dejando marcados en tu interior demasiadas cicatrices, que te has hecho inmune y ya prefieres  no saber de tantas cosas... Sé que has deseado que las lágrimas no tuvieran tanta sal porque escocerían menos. Lo sé, ya no quieres verte más dentro de un juego donde acabas tocado y hundido debajo de las sábanas. Aparentas todo lo que te gustaría tener con la esperanza de que venga hacia ti y los dos sabemos que no me refiero a nada material. Sé que las inseguridades a veces te sepultan y ya no sabes que hacer con ellas.

Porque tú, que no paras de decir lo cansino que resulta ver tanta apariencia y muy poca sinceridad, que este mundo está lleno de hipocresía y que nos llenamos la boca afirmando lo buenos que somos mientras matan de hambre a tanta gente en otros sitios del planeta.Te quejas de que cada vez vivimos más mirando hacia abajo que hacia el frente, y cuando no, preferimos mirar hacia los lados, como si nada fuera con nosotros, como si así nos laváramos las manos, como si la verdad no existiera para que no nos toque, nos haga sentir culpables y como si nada que no se ajuste a nuestro alrededor o beneficio, nos afectara. Nunca nadie pensó que la imagen de los tres monos sabios nos iba a representar tanto. De los valores ya solo queda la palabra y parece que las críticas negativas están siempre de oferta y la gente se siente generosa repartiéndolas, esté el destinatario delante o no.

Tienes asco al modelo de vida centrado en el postureo y en todas las ganas de dar envidia que se esconden detrás. Ya no hace falta salir a la calle para que te lancen cuchillos y las mentiras son el pan de cada día. En el fondo piensas que antes las cosas eran mejores, antes no daba tanto miedo querer a nadie, las apariencias se quedaban en una simple imagen y habían muchas cosas más allá de eso. Te quejas de que esta sociedad no solo tiene el cartel de hipócrita en la frente, sino también de egoísta, de moverse solo por el interés, de exigir, pedir y pretender no dar nada a cambio.Te agobias nadando en un mundo donde solo existe "más para mí y si queda algo, también para mí". Te desconcierta el hecho de que las personas se muevan más por interés que por voluntad propia. A veces no sabes ni como flotar, porque tus fotos en tus redes sociales te condicionan, tus palabras te aprisionan, tus contestaciones te condenan.  Reírse de todos es mejor que razonar y analizar, el respeto para muchos es algo que se come pero que nunca se lleva a la práctica.

El mundo se esconde debajo de una careta que cada uno decora con los engaños que más le gusta y debajo de esta tienen otra un poco más distinta, por si acaso. Demasiados golpes dentro de una pecera sin agua te enseñan a callar, a fingir,a pasar y a desconfiar en cualquiera que antes no haya abrazado tu sombra y no te haya rematado cuando tuvo su oportunidad. Esta selva nunca ha sido construida para personas débiles y tu única opción es buscar la manera de sobrevivir cueste lo que cueste, cuestes lo que cuestes. Sabes que esto no puede ser eterno, que no debería de perdurar más, que no debería de empeorar.  Pides un nuevo sistema, unas nuevas visiones, una evolución con más emociones y menos vacíos. Exiges un lugar con menos pretensiones y algo más de paz, con más voluntad, con más bien, porque ya no es algo moral, es algo que tiene la etiqueta de "necesidad urgente".  Juzgas, criticas y, sobre todo, deseas un cambio pero... ¿ y tú?, ¿te conoces mascarita?