domingo, 27 de noviembre de 2016

Por ti.

Poco a poco se va llenando todo de luz, las calles, las farolas, los centros comerciales y hasta los bares. Así, progresivamente, como si estuviéramos preparando a la rutina para estacionarla unos días, para quitarle prioridad y dársela a lo que de verdad la merece.

Se acercan las fechas, ya se huelen, ya se sienten, ya casi se palpan, y por mucho que tantos intenten mirar hacia otro lado, el calendario así lo marca. Se aproximan los turrones, las celebraciones, los regalos y las campanas. Ya se asoman el champán, las uvas y los 'por un año mejor', los madrugones cargados de emoción, las compras de último momento, los villancicos y los deseos que cuelgan por todos lados. Vete a saber por qué gusta tanto esta época, tal vez por ser la excusa perfecta para tener un detalle con quien queremos, quizás sea por la ilusión de los niños que nos contagian, o porque son los días en los que más se reparten abrazos y sonrisas de todo el año, días en los que la humanidad parece más humana. Sea como sea, espero que estés donde estés, recuerdes que seguiré poniendo tu plato en la mesa, con su servilleta cuidadosamente doblada y sus cubiertos esperando por ti, aunque tú ya no puedas usarlos.

Casi parece que te veo, ocupando el mismo sitio de siempre, con tu misma sonrisa de siempre, con tus comentarios de siempre y con la alegría infinita que te relucía en los ojos por vernos felices. Da igual las navidades que pasen, los años que comience, los reyes que vengan, pase lo que pase, cambie lo que cambie, te voy a recordar siempre con todo mi cariño. Una de las peores sensaciones es echar de menos a quien ya no puede regresar, por eso, no me pidas que pronuncie 'navidad' sin que una ausencia se me remueva en el pecho.

Qué bonito sería decir que una de esas estrellas que cuelgan de la noche eres tú mirándonos feliz desde arriba, pero prefiero aclamar la certeza de que tú, tus enseñanzas, tus consejos, tu recuerdo... Siempre serán una de las estrellas que más brillan en mi cielo. Siendo transparente, si el fantasma de las navidades pasadas viniera a visitarme, le pediría un viaje largo, para volver a desearte un feliz año nuevo con la boca llena de uvas, para volver a marearte con los regalos como sólo un niño sabe marear, para ayudarte otra vez a hacer el árbol de navidad o a decorar la casa, para, simplemente, verte reír una vez más entre todos.

Todo el mundo vuelve por navidad y, por eso, para mí nunca te has ido del todo, porque tú también vuelves, en forma de recuerdo, pero vuelves, porque que ya no te pueda ver, ni hablar, ni escuchar, no significa que te deje de querer. Porque, ¿cómo se puede dejar de querer a alguien que te a visto crecer?

Así que estas fiestas brindaré por mi mesa y por todas las que tengan un sitio vacío.
Brindaré por mí y por todos los que sonreímos abrazando con los ojos a los recuerdos.
Pero, sobre todo, brindaré por ti y por todos aquellos que no están pero que siempre seguirán estando.