jueves, 27 de abril de 2017

Pirata

A veces me gustaría ser pirata y recorrer mundo sin deuda maldita que no sea otra que la de volver siempre a la orilla que me vio nacer. A veces me encantaría ser pirata y, así, poder desatarme de esta vida encadenada a los prejuicios, a las decepciones, al dolor y a la hipocresía. Me lanzaría a la vida de la lucha contra la rutina y la presión de no poder ser totalmente quién soy por la crítica continua y esta moralidad mal diseñada. A veces quisiera ser pirata para poder ser ese ilegal de los sueños y colarme en ellos para cumplirlos todos. Que quiero degallitarme la garganta por subidones de adrenalina, quiero tempestades y tormentas, que más que zarandear el barco , me zarandeen a mí y me recuerden que vivir es todo menos cómodo. Que los mejores relatos son los que te escribes en tu piel con sal y sol, testimonios que corren de ola en ola, hasta llegar a la gloria y acabar en el recuerdo de la única historia qué tendrá mi nombre y que hablará de mí cuando ya no esté. Que quiero surcar mares sin modas , ni tendencias, sin esta mala manía que nos han inyectado las redes sociales de aparentar ser felices. Yo no quiero aparentar, yo quiero ser. 

A veces me gustaría ser pirata y someterme a las únicas normas que me dictan los sentimientos del pecho, navegar con la única ley de vivir sin otras leyes que no sean las del respeto. A veces, me encantaría ser pirata, y ondear mi bandera con orgullo por todos los rincones del mundo para descubrirles los pequeños grandes tesoros que esconden las piedras del lugar en el que nací, las palmeras con las que crecí, la arena que me ve partir, pero también regresar, acogiéndome desde la primera pisada con su calor. Aunque para tesoros, el de conocer islas jamás encontradas y recolectar vistas de lugares que no aparecen ni en el más detallado mapa, aprender miles de miles de culturas y llenarme la espalda de aprendizajes. A veces quisiera ser pirata, porque sé que mi lado más rebelde combina muy bien con el reflejo del mar en mis ojos y sé que yo no tengo barba, pero sí mucho coraje e infinitas ganas de levantar espada por la igualdad y justicia. 


Y a veces me gustaría ser pirata para poder tener la suficiente valentía y la bastante fuerza como para arrojarte como aguardiente la patraña de que ya no te quiero. A veces, me encantaría ser pirata y ser criminal de tus recuerdos, acuchillarlos sin piedad, ni perdón. Atravesarlos de principio a fin con tanta crueldad que hasta Barba Roja, si lo viera, se le desteñirían esos pelirrojos matojos peludos que tiene en la cara. Deshacerme de ti y expulsarte de mis sentimientos sin que ni siquiera duela. Hacerte caminar por la tabla con la misma impiedad con la que tú me tiraste a los tiburones, sin que ni siquiera, me diera cuenta hasta que me estaban devorando hasta el llanto. 

Me encantaría ser pirata y tener la suficiente dureza como para mirarte con desprecio mientras me río en tu cara. Porque si hubiera sido pirata, no hubieras jugado conmigo y no me hubieras descuartizado en tantos trozos el corazón, o tal vez sí, pero hubiera tenido la oportunidad de partir lejos como todo buen pirata hace cuando comienza sus proezas, con un pasado negro anclado en un lugar que no te perseguirá a no ser que lo busques, y no lo buscas hasta que pensarlo ya no mata, o puede que sí, que lo busques y te conviertas en suicida por amor a quien fuiste. 


A veces quisiera ser pirata para irme lejos de ti, para conocer otras tierras, otros cielos, otra gente. Embarcarme en bares desconocidos, flotar entre copas para, después, timonear con las manos en otras pieles, zambullirme en nuevos ojos y zarpar en nuevas bocas que no sepan mi nombre, ni mis sueños, ni el lugar de mis cosquillas, y mucho menos, mis errores, esos que también me llevan a ti. Y cuando toque en la ventana el amanecer, irme con la excusa perfecta por fuera de que tengo como misión conocer el mundo, y marchar con la verdad por dentro de que nadie puede igualarse a ti, ni nada podrá hacerme sentir lo mismo que me hiciste sentir tú. 


Si pudiera, sería pirata para buscar esa paz interior que perdí el día que te hiciste puerta, para cuidar todo el daño de la soledad acompañada por un mar que me arde las heridas, pero que me cura con anhelo lento, para librar batallas con la misma rabia con la que lucho a cada cierto tiempo, con cada uno de tus recuerdos y, por una vez, ganar. Y cada noche, volver al mecer marino para refugiarme en los versos cantados al ritmo de las olas, esos versos que te lloran a ti, o más bien, a mí sin el "contigo". Me pasaría los días atracando en puertos, perdiéndome en un infinito más grande que el de este amor trunco que tuvimos tú y yo, aprendiendo cantos marineros y venciendo poco a poco, hasta que el destrozo del todo en mí se quede en nada. 


Porque si fuera pirata, me vestiría con la ropa Coraje, me colocaría el gorro Independiente, empuñaría la espada Indomable y me pondría de nombre "Libertad".