domingo, 25 de septiembre de 2016

Ganar perdiendo.


Perder nunca había sido tan bonito hasta que lo comencé a ligar a tu nombre, a tu cara, a tus ojos...Porque estar contigo es sinónimo de perder. Perder los miedos, la desconfianza y los "no  puedo". Perder la noción del tiempo, y a veces, hasta del espacio. Perder las inseguridades, las lágrimas, la timidez, los complejos e incluso la paciencia, y bien lo sabes, cuando me pico fácilmente y me retas.

Por perder, pierdo hasta la cabeza por tus cuatro chorradas de turno, esas que hacen que se me escape la risa por todos los poros. También pierdo la cuenta de las horas que faltan para verte y pierdo la vergüenza para sacar a relucir tu sonrisa.Pierdo los secretos en medio del silencio de tu escucha y pierdo la sensación de debilidad gracias a tus abrazos. Pierdo la cordura por culpa de las ganas de cometer locuras contigo, pierdo la tristeza que dejan en la boca algunos momentos amargos y la decepción que intenta tumbarme cada vez que aparece por mi vida.


Contigo pierdo de vista los problemas, los malos días y los malos tragos. Contigo, ya no me vienen a visitar tanto los recuerdos y yo cada vez les abro menos la puerta, ya no me preocupo por quien me ha olvidado y ya no extraño reandar lo andado. Contigo, pierdo las heridas, cicatrices que nunca me han servido de nada salvo para dañarme.

Y el vacío, ese hueco que deja todo lo que pierdo, lo sabes llenar de mil formas. De esperanza, de ilusión, de alegría, de comprensión y de realidad, de esa que me hace ver mis errores y me impulsa a seguir hacia delante, a rectificar, a mejorar. Me haces perder y me llenas, me llenas de calor, de fuerza, de ánimo, de tranquilidad y de cariño, de mucho cariño. Me llenas la cara de sonrisas, los ojos de brillo, los brazos de mimos. Me llenas la piel, el  pecho, la vida... Te juro que no paro de preguntarme cómo una persona me ha hecho perder tanto y me llena de esta manera tan peculiar, tan inesperada.
Pero, claro, es que eres tú, con tu voz tan insinuante, con tu espontaneidad, con tus ganas de comerte el mundo y de llevarte por delante todos los obstáculos que te pongan para llegar a tus metas, tu mirar, tu modo de dejarte querer y, la forma en la que conectamos.
Así que si tuviera que definir lo que siento cuando estoy contigo, diría sin duda alguna que plena. Plena porque siento que me llenas el alma, plena porque cualquier instante compartido vale más que mucho tiempo haciendo otra cosa, plena porque siento que me agasajas las alas y que me quieres acompañar en este vuelo. Plena porque contigo, yo soy yo, tú eres tú y somos nosotros mismos, sin velos, sin máscaras, sin pudores ni mentiras. Y si me preguntaran qué pediría ahora, pediría ganar perdiendo de esta forma toda la vida.

sábado, 17 de septiembre de 2016

Destino.

-Es muy fría.- Pensó él.

-Es muy empalagoso.- Pensó ella.

Y ahí estaban, atrayéndose como sólo dos polos opuestos pueden hacerlo.