jueves, 13 de octubre de 2016

En otra vida.

Creo que ya va siendo hora de irme, de ponerme las botas y preparar el adiós. Ya va siendo el momento, aunque duela, aunque me deshaga, de coger un itinerario y comenzar a caminar, así, sin rumbo definido, a lo que me tenga preparado la vida, pero lejos de ti.

A pesar de que sé, aunque aún no lo haya vivido, que se aproximan meses largos, eternos, infinitamente duros. Sé que te extrañaré constantemente, sé que te pensaré  a cada hora punta y echaré de menos tu cariño en las noches frías.

Pero para qué engañarnos, para qué seguir así. Llena de soledad a tu lado, con el calor frío de tus abrazos, con la sensación de que esto ya no es recíproco, de que no es algo de dos. Para qué estar con alguien que me ve llorar y me da la espalda, que me ve triunfar y me ignora. Ya no puedo más. Me sobrepasa mirar a esos ojos que me quisieron un día tanto y verlos tan vacíos, a esa boca que exclamó tantas promesas y no quiso cumplir ninguna, a esos brazos que me daban tanto confort y, ahora, ni siquiera me buscan, a este amor que ya no parece amor.

Creo que voy a comenzar a hacer las maletas y voy a dejarte aquí todos los recuerdos, para ver, si así,  comienzas a valorar un poco todo lo que te doy, que a partir de ahora, se convierte en todo lo que te di. Voy a dejarte en la cama, esparcidos, todos los sueños que teníamos juntos, por si algún día te da por hacerles un poco de caso. Y creo que voy a dejar, rogando un poco de atención, en un marco olvidado, una de nuestras fotos, para que recuerdes quién fui, esta tonta que te quiso tanto sin esperar nada a cambio, para que nunca te olvides de esa sonrisa que sólo tenía ojos para ti. Y porque los dos sabemos que, cuando me vaya, será cuando más me vas a querer, y en el momento en el que te des cuenta de que me he ido, afortunadamente, yo ya estaré demasiado lejos de este amor insano como para poder volver.

Espero que no sientas esto como un reproche, porque lo único que he querido siempre echarte en cara han sido mis besos, esos que ya están cansados de nadar contracorriente. Por favor, no me pidas que me quede. No intentes ponerme traspiés en la puerta, porque ya no soy una niña, ya no creo en los milagros de última hora, en la esperanza de que cambie todo a mejor de forma mágica, inesperada, de que las personas hagan lo que aún no han hecho hasta ahora y mira que he mirado hacia la salida varias veces en modo de suplica.

Así que me voy, porque más vale un portazo a tiempo que una vida llena de sufrimientos. Porque voy a buscarme, a buscar mi paz, esa calma que se gastó luchando por esta causa perdida. Te prometo que no me volverás a ver más, que convertiré en fácil tu olvido, apenas dejaré rastros y hallaré la forma de dar rodeos hasta lugares donde no nos volveremos a chocar, ni siquiera por capricho del destino.
No sufras, por favor, no te mortifiques. De la misma manera en  la que sé que en esta vida no estamos hechos el uno para el otro, sé que te amaré en otras mil reencarnaciones más.

Cuídate, nos volveremos a amar pronto, en otra vida.


No hay comentarios:

Publicar un comentario